Sabas Nieves
fue un guardaparques que dedicó parte de su vida a conservar la zona de Loma
Serrano en el Ávila. Trabajó junto a sus hermanos y padre en el Ministerio de
Agricultura y Cría, reforestando el hoy Parque Nacional Waraira Repano.
En el Cerro El Ávila,
por la entrada de la
Castellana , se encuentran dos puestos de guardaparques que
marcan la ruta de entrenamiento más frecuentada por los caraqueños. Al subir,
deportistas asiduos y visitantes esporádicos se topan con un espacio con
banquitos, tomas de agua y un letrero que versa: “A la memoria de Sabas Nieves,
quien dedicó la mayor parte de su vida a la protección del Parque Nacional el
Ávila”.
9/08/2015
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EN LA FOTO DE IZQUIERDA A DERECHA: INGENIERO JOSÉ GARCÍA Y SABAS NIEVES. CORTESÍA.DANIELA MEJIA B
El letrero ha sido renovado, pero
originalmente fue clavado por el ingeniero José Rafael García, responsable de
la reforestación planificada del Ávila en 1960, el arquitecto Mario Gabaldón,
presidente de la
Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales y antiguo
Presidente de Inparques, Antonio Sánchéz, jefe de guardaparques para la época,
el perito Antonio Abreu, director del personal del Ávila, y el grupo
excursionista de Caracas. Antes de este acto en honor al guardaparques, la
zona era llamada Loma Serrano. Hoy ese nombre lo conserva la
terraza que está a 200
metros del puesto de Sabas Nieves II.
Juan Sabas Nieves Rodríguez nació en una
familia de 16 hermanos, en San Pedro de los Altos, estado Miranda. Decidió
seguir los pasos de su padre y dos de sus hermanos y se muda a Caracas
aproximadamente a los 20 años, en 1960. Así lo relata su sobrino Héctor Nieves,
quien se dedica también a cuidar el Ávila desde el puesto de Loma del Viento,
el mismo que guardó su padre hasta su muerte en 2007.
Los Nieves se han convertido en una casta
dedicada a la preservación y protección del parque nacional caraqueño. El
primero en dedicarse a este tipo de labores fue Emilio
Nieves. Ejerció el cargo de“guardabosque”, cuando fue creado el Ministerio de Agricultura y Cría
en 1936, durante el gobierno de Eleazar López Contreras. Para
ello tuvo que trasladarse a Caracas junto a sus hijos Pedro y Rafael, quienes también ingresaron como
personal del Ministerio.
“Mi padrino
Pedro Nieves entró en el sistema de guardabosque que era como un anexo de la Guardia Nacional.
Comenzó a trabajar en el Parque Nacional el Ávila y a hacer los primeros
controles de fauna y flora. También participó en las reforestaciones que se
hicieron en esa época, que dieron origen a los bosques de pino que ves hoy en
el Parque Nacional Waraira Repano. Mi papá [Rafael] empezó a trabajar en las
cuadrillas de obreros. Entonces, el Ávila era reserva forestal”, explicó Héctor
Nieves.
-FOTO: Ingeniero José Rafael García y
el guardaparques Rafael Nieves en el puesto de Lomas del Viento-
Tras la caída de Pérez Jiménez, el
Ávila paso a ser Parque Nacional, el 12 de diciembre de 1958. Entonces, explica el
arquitecto Mario Gabaldón, “se adscribieron 400 empleados al Ministerio de
Agricultura y Cría, los cuales entraron a trabajar en un nuevo plan de
reforestación” de la gran montaña caraqueña. Estos trabajos fueron dirigidos
por el ingeniero agrónomo José Rafael García, quien es tratado con cariño por sus
allegados como “doctor”.
“El doctor
García empieza a hacer un trabajo con especies pioneras que no fueran de la
zona, que tuvieran un rápido crecimiento. Árboles que le dieran sombra al suelo
y no prosperara la gramínea. Hubo que hacer las famosas terrazas y se hicieron
unas zanjas que captaban el agua y evitaban la erosión (…)Eso fue en el año 60,
pero ya para el año 70 el Avila había cambiado. Ese color amarillo de los
cuadros de [Manuel] Cabré cambió por verde. Las aves empezaron a aparecer, se
les hizo el hábitat y ellas contribuyeron al proceso de reforestación”, explica
Gabaldón.
-Terrazas de reforestación-
Sabas Nieves fue un importante
colaborador en este proceso de reforestación y por eso entró al Ministerio como guardaparques tan
pronto arribó a Caracas. Tuvo una gran participación en la siembra de nuevas
especies en el sector Zamurera y los alrededores de su puesto. Su hermano Pedro
pasó a cuidar el puesto de guardaparque de la Quebrada Chacaíto
y Rafael pasó a custodiar la zona de Loma del Viento.
Aunque cueste creerlo al compararlo con la actualidad, Loma Serrano era “un peladero, no había ni un arbolito”, así lo recuerda Héctor Nieves de cuando visitaba a su tío de niño. Fue justamente Sabas el que se encargó de sembrar día a día las especies que desarrollaron la vegetación que hoy podemos presenciar en la zona.
Aunque cueste creerlo al compararlo con la actualidad, Loma Serrano era “un peladero, no había ni un arbolito”, así lo recuerda Héctor Nieves de cuando visitaba a su tío de niño. Fue justamente Sabas el que se encargó de sembrar día a día las especies que desarrollaron la vegetación que hoy podemos presenciar en la zona.
“Sabas
Nieves, tenía un grupo de obreros y ellos se encargaron de reforestar y
sembrar. Eso fue todos los días sembrando. Imagínate el efecto”, explica Héctor
Nieves.
-Ingeniero García y Sabas Nieves en el
puesto de Loma Serrano-
Foto
El puesto de guardaparques, tiene las mismas dimensiones que el que actualmente existe en Sabas Nieves II, pero antes era de metal. Era el modelo de la época, venían prefabricadas desde Lóndres. “Durante el día, a lo que pegaba el sol eso se ponía caliente y en la noche se ponían fríos”, recuerda Héctor Nieves y Gabaldón.
El puesto de guardaparques, tiene las mismas dimensiones que el que actualmente existe en Sabas Nieves II, pero antes era de metal. Era el modelo de la época, venían prefabricadas desde Lóndres. “Durante el día, a lo que pegaba el sol eso se ponía caliente y en la noche se ponían fríos”, recuerda Héctor Nieves y Gabaldón.
Ahí Sabas pasó sus días y noches, planificando
la siembra en la zona y atendiendo a los excursionistas. El doctor García lo
califica como un “hombre muy responsable y trabajador. No le decía que no a
nada”. Señala que era que tenía “la mística del trabajo de guadaparques”,
que siempre estaba dispuesto a colaborar. Según rememora, él empezó a hacer de
Loma Serrano un área recreativa:
“Se cubrió de
grama una parte, él mismo la regaba. Era un trabajo extra que él hacía. Yo le
tenía un gran aprecio a Sabas Nieves. Una vez le llevamos unos árboles que
estaban ya grandecitos. Cuando eso, no había carretera en la parte baja y él
dijo que no, que el mismo subía los árboles. Le preocupaba que no llegaran en
buen estado”, cuenta García entre risas.
Por su parte, Héctor Nieves, destaca el “don de gente” que lo caracterizaba: “Respondía todas las preguntas que le hacían, aconsejaba al excursionista, incluso los guiaba por los senderos dentro y fuera de su área”. Sabas Nieves no criaba animales, pero si alimentaba a las aves que fueron haciendo del Ávila su hogar.
Por su parte, Héctor Nieves, destaca el “don de gente” que lo caracterizaba: “Respondía todas las preguntas que le hacían, aconsejaba al excursionista, incluso los guiaba por los senderos dentro y fuera de su área”. Sabas Nieves no criaba animales, pero si alimentaba a las aves que fueron haciendo del Ávila su hogar.
“Ellos
[Sabas, Rafael y Pedro Nieves] iban a Caracas y lo primero que hacían era
comprar la comida para sus animales. En el caso de Sabas Nieves, él subía sacos
de maíz picado y maíz entero. Donde está hoy el puesto de Sabas Nieves, ahí
había unos troncos y ahí él les ponía a las aves la comida. Los excursionistas
también le ponían frutas. Tú ibas en la mañana y había un festín de animales
comiendo”, relata Héctor.
Acerca de su vida personal se conoce muy poco.
Héctor Nieves, quien asegura tener más de 100 primos, recuerda que Sabas tuvo
una hija. Sin embargo, indica que no sabe su nombre o cómo podría contactarla,
pues no la conoció. Acerca de la relación que pudo dar fruto a esa niña,
tampoco pudo brindar detalles. Explica que Sabas era una persona muy
“reservada”. Por su parte, el doctor García lo reputa de “parco”.
Otra de las características que le atribuye el
ingeniero retirado a Sabas Nieves es su terquedad. Describe que era una
persona que cuando tenía una idea en mente no descansaba hasta llevarla a cabo.
Asocia la anécdota de los árboles con testarudez por hacer las cosas a su
manera.
En febrero de 1972, Juan Sabas Nieves murió de
neumonía. Según explica Héctor Nieves, él tenía también problemas cardíacos,
pero la puntada certera fue una complicación pulmonar, después de exponerse a
lluvias y frío intensos. Gabaldón explica que en efecto, el guardaparques se
enfermó pues su compromiso con trabajo era tal que este salió bajo la lluvia a
hacer el informe diario. Según expone, el doctor García y otros superiores le
recomendaron no salir, pero Sabas Nieves no podía dejar de pasar su informe
diario.
Su trabajo era lo más importante y su
dedicación fue honrada con este letrero. En la actualidad, todos los caraqueños
y turistas pueden disfrutar del legado de este guardaparques. Su esfuerzo es celebrado
por cada senderista que pisa a su paso este lugar.
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