martes, 15 de enero de 2013

CRISIS AMBIENTAL.




La evolución tecnológica-científica de los últimos siglos, es decir, la de los últimos segundos, si hablamos en tiempos de la historia de la especie humana en el planeta, ha sido exponencial.
Hemos pasado en poco tiempo, de tener una vida relativamente sencilla, a parecer venidos de otro planeta.
Esto, de por sí, no debería haber sido algo necesariamente malo o perjudicial para nada, ni nadie. Sin embargo lo ha sido, y de qué manera. Hoy todas las especies se encuentran extintas o bajo amenaza de extinción, incluida la nuestra.
Todo lo que desarrollamos tecnológicamente, todos los descubrimientos de las ciencias, se han utilizado de tal manera que han provocado esta crisis civilizatoria en la que hoy estamos sumergidos hasta el cuello.
Es muy probable que, haber acompañado esa evolución de las ciencias, con una evolución espiritual similar, nos hubiera provisto del marco ético, moral y filosófico dentro del cual deberíamos habernos manejado, para no llegar a esta crisis ambiental y social que hoy se nos presenta como la gran amenaza que enfrenta la humanidad.
Posiblemente trabajar sobre nuestro conocimiento interior, tanto como lo hemos hecho con el exterior, nos hubiera dado las respuestas incluso antes de haber provocado la gran mayoría de los problemas que hoy enfrentamos y para los cuales no encontramos solución.
Un mayor desarrollo espiritual seguramente nos hubiera guiado de una forma más lúcida y hubiera marcado las pautas para un desarrollo social y tecnológico sustentables y hubiera evitado el uso destructivo que muchas veces le hemos dado a los descubrimientos y avances científicos.
Hoy nos encontramos en una situación crítica. Hemos armado una bomba de tiempo de una altísima complejidad, tan grande que podría causar la extinción de la mayoría de las especies que habitan la Tierra y, como si eso fuera poco, no hemos incorporado a esa bomba un sistema para desactivarla.
Científicos de todas las ramas buscan una solución que jamás encontrarán. Pero no por su falta de capacidad, sino porque la están buscando en el lugar equivocado.
La solución para la crisis civilizatoria y ambiental que estamos viviendo en la actualidad, no se encuentra en ninguna de las especialidades científicas, ni en todas ellas juntas. La solución, al igual que la causa de la crisis, es filosófica y espiritual.

                                                         Ricardo  Natalichio.

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