Venezolanos consumen transgénicos
a pesar de las prohibiciones
19 nov,
2014 Crédito de imágenes: Corbis
Mientras
en la Asamblea Nacional y en los espacios que desarrollan investigaciones y
labores agrícolas del país se lleva a cabo el debate sobre las consecuencias
del posible uso de transgénicos en la producción de alimentos nacionales,
científicos aseguran que el consumo de especies genéticamente modificadas es
ya una realidad en las mesas de los venezolanos.
Los
investigadores Luis Díaz e Iván Galindo, miembros de la Oficina Nacional de
Diversidad Biológica del Ministerio del Ambiente, y de la dirección de
Agricultura y Soberanía Alimentaria del Instituto de Estudios Avanzados,
respectivamente, publicaron los resultados de una investigación en la que
identifican “el primer reporte en Venezuela del uso de semillas comerciales
modificadas en cultivos de maíz”. El informe fue distribuido en la última
entrega de la Revista de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de
Venezuela (UCV) y se encuentra disponible en su página web.
De
acuerdo a lo planteado por los científicos, con una muestra de 70% de las
semillas de maíz mercadeadas durante 2011, “se obtuvo que de doce materiales
comerciales de maíz evaluados, uno es un organismo vivo modificado (OVM), lo
que quiere decir que en Venezuela ya se están comercializando”.
Cuatro leyes y una ley orgánica
creadas en los últimos quince años insisten en la prohibición de que en el país
se produzcan y siembren semillas y alimentos transgénicos. Sin embargo, en un
encuentro celebrado este jueves en la Facultad de Ciencias de la UCV, los
expertos señalaron que, si bien las normativas lograron que los productos con
estas características no tengan origen nacional, las importaciones de materia prima y de alimentos terminados se han convertido
en la puerta de entrada de los OMG.
En el
marco de este foro, Alejandro Pieters, investigador de productividad y
rendimiento de arroz en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas
(IVIC), le declaró a Globovisión.com que dos de los países a los que
Venezuela les compra buena parte de los alimentos que requiere tienen
trayectoria en el cultivo de varios de los 14 rubros modificados Geneticamente en el mundo.
En
efecto, el informe 2013 del Servicio Internacional para la Adquisición de
Aplicaciones Agro-biotecnológicas ubica a Brasil y Argentina en el segundo y
tercer lugar de países con mayor cantidad de hectáreas de siembra de
transgénicos, con 40,3 millones y 24,4, respectivamente. El primer lugar lo
ocupa Estados Unidos, con 70,1 millones de hectáreas.
Antonio
Pestana, presidente de Fedeagro, aseguró que “buena parte del maíz que termina
siendo usado para las arepas y alrededor de 80% del aceite de soya que se
consume en Venezuela fueron desarrollados a partir de productos de origen
transgénico”. Además, se sugirió que carnes de pollos o reses importadas desde
estos países pudieron estar expuestas a los transgénicos por la forma en la que
fueron alimentados.
Sin estudio en las aduanas
El
presidente de la Asociación de Productores de Semillas Certificadas de los
Llanos Occidentales, Fuaz Kassen, declaró que “a los cereales y leguminosas ni
a las semillas de verduras, hortalizas y frutas que entran por los puertos no
se les realizan estudios genéticos para determinar si tienen origen orgánico
o transgénico”.
El arroz,
la caña de azúcar y una pequeña parte del maíz, son los únicos rubros en los
cuales Venezuela es capaz de abastecerse con su propia producción de semillas. “En el
resto, la mayor parte es importada, aunque eso no quiere decir que sea
transgénica”, indicó Kassen.En esta declaración cabe la percepción de la duda.
Lucha en Ley
En medio
de este panorama, fue aprobado en octubre en primera discusión el proyecto de
una nueva Ley de Semilla, concebida en el seno la Asamblea Nacional con
apoyo de comunidades organizadas.
A través
de un comunicado, la ONG Venezuela Libre de Transgénicos, aseguró que esta Ley
promueve el desarrollo de un sistema de producción de semillas contrario al
uso de transgénicos y a la imposición de patentes de las grandes trasnacionales
“haciendo especial énfasis en la valoración de la semilla originaria y
campesina”.
Quienes
la aplauden, como el diputado José Ureña (quien la impulsó en la AN y representa a Guárico) celebran
que favorezca la producción nacional de semillas en miras a una posible y más
sana independencia alimentaria. En cambio, sus detractores distinguen
que el aumento de productividad generado por los transgénicos favorece a la
reducción del precio de los alimentos y aumenta la capacidad de surtir a
los comunidades.
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